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De Tahití a Fiji, durante septiembre y octubre de 2016, el dibujante valesano Ambroise Héritier se ha embarcado a bordo del Flor de Pasión durante casi dos meses.  Además del material para sus ilustraciones que ha elaborado y sobre el que trabaja todavía de regreso en su taller de los altos de Sión, nos ha traído el siguiente texto redactado a bordo, a merced de una navegación en pleno Pacífico Sur que le ha llevado a las islas Cook, Samoa y Tonga.  Una navegación que hace y deshace según todo buen uso del mundo que hay que saber hacer del viaje.

Hace ahora ocho días que navegamos.

Ocho días en los que no hemos visto alma alguna en 360 grados a la redonda.

Aparte “Jean Edouard” un loco con pico azul que ha ocupado la parte trasera del barco una noche y algunos peces voladores que han venido a morir sobre el puente, nadie en el horizonte.

El viaje comienza poco a poco a disolvernos.

Nos obliga a ir allí donde no queremos ir.  

En medio de esta inmensidad azul, Flor de Pasión es un minúsculo punto de nada en el mapa.

El espectáculo que desfila ante nuestros ojos es a veces pasmoso.

Por momentos tenemos la impresión de ojear un hermoso libro.

Día tras día, noche tras noche, dejamos vagar nuestras almas solas a merced del viento.

Algunos cadáveres en el armario que pensábamos haber dejado en tierra siguen todavía el barco a la zaga.

El viaje empuja, da forma, descarna nuestros seres al ritmo de la navegación.

Ya no hay huida posible.

Algunos han pagado por estar aquí, a otros se les ha pagados por estar aquí y otros están en contra de su voluntad.

Si el horizonte es el mismo para todo el mundo, las preguntas que le posamos son personales.

Cada uno ha lanzado su botella a la mar.

Transcurren así días espejo en que las experiencias de cada uno, a diferentes niveles, hacen eco a nuestros recorridos individuales.

Como una esponja, intento absorber algunos trocitos de historias que se dibujan al hilo de la navegación.

Algunos pobres bocetos con esfuerzo

líneas sobre un cuaderno

un carnet de a bordo 

y cientos de fotos tomadas.

Reviviré estos instantes robados una vez de regreso en mi taller sobre las páginas blancas de mi mesa de dibujo.

Hace ahora ocho días que vivimos al ritmo de los turnos.

La monotonía mece los espíritus

Los cuerpos se agotan

La melancolía se burla de los corazones

Los seres se buscan

Hoy es 18 de septiembre, el sol está en lo alto……el océano azul de cobalto

Sobre el puente, perdido, un pez volador muere.

A lo largo de la isla de Tutuila en la Samoa Americana durante septiembre 2016, la tripulación del Flor de Pasión ha gozado en directo de un concierto de cantos de ballenas jorobadas. Ha sido suficiente con sumergir el yoyo (el hidrófono manual) en el agua para escuchar, con el chasquido de los fondos marinos en segundo plano, esas extrañas melodías provenientes de los océanos. Transmitidas en continuo al Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas de la Universidad Politécnica de Cataluña en Barcelona, estas grabaciones efectuadas en el marco del programa 20.000 sonidos bajo el mar son después analizadas por el biologista Michel André y su equipo quienes las explotan y así alimentan su proyecto de cartografía de la polución sonora de los océanos. No la de las ballenas, por supuesto, sino la engendrada por la actividad humana.

Canto de ballenas jorobadas a lo largo de la Samoa Americana

Mientras que en este mes de septiembre de 2016, el Flor de Pasión se encamina hacia Australia, la explotación de los registros submarinos efectuados en el marco del programa 20.000 sonidos bajo los mares con ocasión de la primera mitad de la travesía del Pacífico, de Chile a Tahití de abril a junio, continúa en el Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas de la Universidad Politécnica de Cataluña en Barcelona.

Es así que, en las dos secuencias de abajo, grabadas respectivamente el 11 de abril de 2016 en las proximidades de Concepción en Chile (posición : 37°04´42.2 »S 74°43´17.4 »W) y el 25 de abril de 2016 en el nordeste de la isla de Robinson (posición : 29°58’47.6 »S 82°29’56.0 »W), se pueden escuchar silbidos y chasquidos probablemente producidos por delfines piloto (Globicephala macrorhynchus / G. melas), una especie que pertenece a la familia de los globicéfalos pero que la tripulación del velero no ha podido observar.

Sonido de delfines piloto 11 de abril de 2016_Chile alta mar Concepción

Sonido de delfines piloto 25 de abril de 2016_Noroeste de Robinson

A partir de septiembre de 2016, un séptimo dibujante ha embarcado en el Flor de Pasión en Papeete, en el marco del programa cultural de la expedición En el espejo de Magallanes. Ambroise Héritier, originario de Granois, cerca de Sión, ha cambiado las montañas del Valais por otros relieves, los de los atolones del Pacífico sur, entre Tahití y Fiji. Y en un impactante juego de sombras y luces, nos ofrece una primera visión deslumbrante de la isla de Moorea, entre amanecer o puesta de sol, no sabríamos decir, captada durante las primeras horas de la salida.

Las cimas se recortan sobre un fondo de cielo con gamas grises que hacen eco a la negrura de un agua que podría ser matinal o vespertina. Y se resiente ya la intensidad luminosa del sol en algún lugar detrás de la isla.

A partir de Tahití, Ambroise residirá a bordo hasta las islas Fiji vía las islas Cook, Samoa y Tonga. De qué transportarnos todavía durante un largo momento por este paseo de la mar salada revisitada.

Tras la salida de la expedición de Papeete el 2 de septiembre de 2016, el tiempo ha sido favorable para la navegación a vela pero poco favorable en lo que respecta a las muestras de agua de superficie en el marco del programa Micromégas sobre los micro-plásticos. A causa de un viento demasiado fuerte, de una mar muy agitada y de la excesiva velocidad del velero –tres parámetros esenciales-, sólo ha sido posible poner en el agua el Manta traw en contadas ocasiones. Afortunadamente, una zona de calma pudo remediar « el problema », sin por ello obstaculizar el avance del barco en dirección a Australia.